Ayer por la noche después de cenar, fuimos a los baños turcos. Se sale muy relajado, pero la verdad es que hay momentos en que crees estar en una sala de tortura. Primero se va rotando por tres salas: sauna, piscina helada y piedra caliente para tumbarse. El baño en la piscina helada es horrible, y en la piedra comprendes lo que sienten las salchichas cuando están en la sarten.
Para acabar, un tío te da un repaso con un guante de textura parecida a la lija para quitarte la piel muerta, aunque creo que a mí me quitó la viva también. Y al final, masaje con espuma, que estaba muy bien pero a veces apretaban demasiado.
Del día de hoy poco que contar, porque hemos estado todo el día viajando en bus, mañana y tarde. Tras desayunar a las 7:30, hemos parado a comer a las... ¡11:30! Porque Suat nos ha dicho que luego no había más restaurantes en todo el camino. La comida... la de siempre. Ensaladas, arroces, sandía...
A las 17.00 hemos parado en el Teatro de Aspendos, un teatro antiguo estilo Coliseo con gradas, muy chulo. Y si de algo ha servido el viaje en bus, es que hemos podido ver el paisaje, y al pasar por ciudades nos fijábamos en las calles y la gente. Se ve que es un país bastante más pobre que España. No llega a ser tercermundista, pero se nota que los coches son todos viejos, se ven gallinas y cabras sueltas por ahí, el tráfico es totalmente caótico, la gente pasa de los carriles y semáforos y en las motos suelen ir dos o tres sin casco, claro.
Ahora ya estamos en Antalya, y ya estaremos aquí hasta el final, tres noches más. El hotel se llama Falez y es el más lujoso y limpio del viaje.
Corto y cambio.
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